
Esa tarde cuando cortó el hilo mortal que le unía a su madre la mató.
Ni la razón del suceso, ni el peso del muchacho se supo nunca.
Como no había nadie se fue a refugiarse en los brazos de una prostituta que lo acogió de forma más que amistosa.
Esta vez se quedó dormido.
Tres meses le duró la soledad de duro castigo por su fechoría.
Esta vez no durmió.
Tardará diez años en volver a conciliar la vigília.
"El señor mentiroso me dió este billete"
Llongans, cuándo hablamos de la Powerball??
ResponderEliminarPor cierto, no voy a Valencia este finde... hasta nueva orden.